Hay
ocasiones en las que el Señor no puede hablar con más claridad. En este
breve versículo tenemos dos mandatos expresos, tal y como nos indican
los imperativos “aparta” y “aleja de ti”. ¿Qué es lo que debemos apartar
y alejar? La perversidad de la boca, la suma maldad de la boca, y la
iniquidad de los labios, las palabras injustas que pronunciamos. En
Proverbios 8:13, Dios dice que “aborrece la boca perversa”. Proverbios
6:12-15 nos advierte de que aquel que anda en perversidad de la boca, es
alguien que anda pensando el mal en todo tiempo y que se dedica a
sembrar discordia. El fin de esta persona es, finalmente, el
quebrantamiento “sin remedio”. Proverbios 10:31 dice que “la lengua
perversa será cortada” y el v. 32 dice que las personas que hablan
perversidades, no saben hablar lo que agrada. Del hombre perverso dice
Proverbios 16:27 que “en sus labios hay como llama de fuego” y que se
dedica a buscar pelea (v.28); Proverbios 17:20 nos advierte de que la
persona perversa “nunca hallará el bien”
Cumplir
las dos acciones (apartar la perversidad de la boca y alejar la
iniquidad de los labios) supone un ejercicio de la voluntad. Tanto
apartar como alejar implican separar algo del lugar en el que uno está y
debemos aplicar una fuerza para que esto suceda. ¿Qué mayor fuerza que
la que el Señor nos puede dar a través de Su Espiritu? Efesios 6:10 dice
“fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza”. Fortalezcámonos,
por tanto, en Dios para que Él nos capacite ante la ardua tarea de
apartar la perversidad de nuestra boca y alejar la iniquidad de los
labios.
– Anota durante el día cualquier cosa malvada o injusta que salga de tu boca y confiésala a Dios como lo que es: pecado.
– Lee Filipenses 4:8 e intenta aplicarlo en tu vida diaria
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