«Josafat había hecho naves de Tarsis, las cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron.»


(1 Reyes 22:49)


«Josafat había hecho naves de Tarsis, las cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron.»
 
AS NAVES de Salomón volvieron seguras, pero las de Josaphat nunca llegaron a la tierra del oro.

La providencia prospera a uno y frustra los deseos del otro, en el mismo negocio y en el mismo lugar; sin embargo, en un caso como en el otro, el Gran Soberano da prueba de bondad y sabiduría.

Al recordar este texto, bendigamos hoy al Señor por los navíos destruidos así como por las naves cargadas de bendiciones temporales. No envidiemos a los que tienen más éxito que nosotros, ni murmuremos por nuestras pérdidas, como si fuéramos los únicos a experimentar pruebas tan difíciles.

Como Josafat, somos «estimados a los ojos de Jehová», aunque nuestros proyectos pueden terminar en el fracaso.

La causa principal de la pérdida de Josafat es muy digna de ser notada, pues es la causa de una buena parte de los sufrimientos del pueblo de Dios: la causa fue su alianza con una familia culpable, su unión con los pecadores.

La Biblia nos dice que el Señor envió un profeta para anunciar lo siguiente: «Por cuanto has hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus obras.»

Este fue un castigo paternal, que luego resultó en una bendición: pues en el versículo que sigue al de esta mañana, lo hallamos rehusándose a permitir que sus siervos navegaran en los mismos navíos en que navegaban los siervos del rey impío.

Quiera Dios que la experiencia de Josafat sirva de advertencia para el resto del pueblo de Dios, ¡para que eviten juntarse «en yugo desigual con los incrédulos»! Una vida de miseria es, por lo regular, la suerte de los que se asocian, de una manera u otra, con los hombres del mundo.

¡Oh! Si pudiéramos tener tal amor a Jesús que, a semejanza de Él, pudiésemos ser santos, pacíficos, puros y separados de los pecadores: pues de no ser así, podemos esperar oír frecuentemente las siguientes palabras: «Jehová destruyó tus obras.»

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