«Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.» (Mateo 4:1)



 
N CARÁCTER santo no impide la tentación: Jesús mismo fue tentado. Cuando Satanás nos tienta, sus chispas caen sobre la yesca; pero en el caso de Cristo, fue como las chispas sobre el agua; y sin embargo, el enemigo continuó su mala obra.

Ahora bien, si, a pesar de no tener resultados, el diablo sigue echando fuego, ¡cuánto más lo hará cuando conozca cuán inflamable es la materia de que está hecho nuestro corazón! Oh creyente, aunque el Espíritu Santo te haya grandemente santificado, el gran perro del infierno te seguirá ladrando.

En las guaridas de los hombres debemos esperar que seamos tentados: pero incluso en la soledad no estaremos a salvo de la misma prueba. Jesucristo fue llevado al desierto, lejos de la sociedad humana, y fue tentado por el diablo.

La soledad tiene sus encantos y sus beneficios, y puede ser útil para controlar «los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida»; pero el diablo nos seguirá hasta el más plácido de los refugios.

No supongas que sólo el hombre de mentalidad mundana es el que tiene espantosos pensamientos y blasfemas tentaciones, pues i Dismiss ncluso las personas de mentalidad espiritual soportan lo mismo. En la más sagrada posición podemos experimentar la más terrible tentación.

La más elevada consagración de espíritu no es una garantía contra la tentación satánica. Cristo estaba consagrado perfectamente: «Su comida era hacer la voluntad del que Lo envió.» ¡Y sin embargo, Él fue tentado!

Tu corazón puede arder con una llama angélica de amor a Jesús, y sin embargo, el diablo procurará llevarte a la tibieza de Laodicea.

Si tú puedes decirme cuándo Dios permite que el cristiano deponga sus armas, yo te diré cuándo Satanás deja de tentar. Al igual que los antiguos caballeros en tiempos de guerra, tenemos que dormir ceñidos del yelmo y la coraza, pues el archi-engañador aprovechará nuestra primera hora de descuido para hacernos presa suya.

Que el Señor nos mantenga vigilantes en todo tiempo, y nos liberte por completo de las mandíbulas del león y de las garras del oso.

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