«Lo hizo de todo corazón, y fue prosperado.» (2 Crónicas 31:21)



STO no es un hecho inusual. Es la regla general del universo moral que los hombres prosperan cuando hacen sus obras «de todo corazón», mientras que es casi seguro que fallarán aquellos que van a sus labores dejando detrás de sí la mitad de sus corazones.

Dios no da cosechas a los hombres ociosos, salvo cosechas de espinos; ni se complace en enviar la riqueza a aquellos que no quieren cavar en el campo para hallar su tesoro escondido.

Es un hecho universalmente admitido que si un hombre quiere prosperar, debe ser diligente en su trabajo. Es lo mismo con respecto a la fe, como en las demás cosas. Si deseas prosperar en tu obra para Jesús, que sea ento
nces una obra de corazón, y que sea hecha «de todo corazón».

Pon en la cosecha de Dios tanta fuerza, energía, sinceridad y pasión como jamás las has puesto en tus negocios, pues esta lo merece mucho más. «El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad,» pero no estimula nuestra ociosidad, pues Él ama a los creyentes activos.

¿Quiénes son los hombres más útiles en la Iglesia? Los que realizan las obras que emprenden a favor de la causa de Dios «de todo corazón». ¿Cuáles son los instructores de la escuela bíblica que tienen más éxito? ¿Los más talentosos? No. Los más celosos. Los hombres cuyo corazón está ardiente son los que ven a su Señor cabalgar prósperamente en la majestad de Su salvación.

La sinceridad del corazón se manifiesta en la perseverancia. Puede haber fracaso al principio, pero el obrero diligente dirá: «Esta es la obra del Señor; debe, pues, ser realizada. Mi Señor me ha ordenado hacerla, y con Su fuerza la haré.»

Oh cristiano, ¿estás sirviendo a tu Maestro «de todo corazón»? ¡Recuerda la seriedad de Jesús! ¡Piensa en la obra que hizo «de todo Su corazón»!

El podía decir: «El celo de Tu casa Me consume.» Cuando sudaba grandes gotas de sangre, no era liviana la carga que llevaba sobre Sus benditos hombros; y cuando derramó Su corazón, no era un esfuerzo débil el que estaba haciendo por la salvación de Su pueblo.

Jesús actuó de todo corazón, ¿y vamos nosotros a ser tibios?

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